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Navarra jamás dijo no al estatuto vasco es el título de un libro escrito por José María Jimeno Jurío en 1977, publicado en Pamplona por el Equipo Informativo Punto y Hora, ligado a la revista pamplonesa Punto y Hora de Euskal Herria y reimpreso en 1997 por la editorial Txalaparta.

Jimeno Jurío postula que en la asamblea de municipios navarros que tuvo lugar el 19 de junio de 1932 en el Teatro Gayarre de Pamplona sobre la aprobación del proyecto de estatuto de autonomía vasconavarro cuatriprovincial (Vizcaya, Guipúzcoa, Álava y Navarra) presentado por las gestoras de las diputaciones provinciales, no se respetó la voluntad de la mayoría de los ayuntamientos navarros, defendiendo que antes de la asamblea se habían mostrado partidarios de tal integración y que en la propia asamblea se produjeron diversas irregularidades.

Por un lado, Jimeno Jurío menciona como hitos de antecedentes que demuestran el clima mayoritario de apoyo al estatuto vasconavarro los siguientes:

  1. La asamblea del Partido Republicano Federal en Tudela del 4 de marzo de 1883 donde se redactó el primer estatuto autonómico del País Vasco tras la Ley de Confirmación de Fueros de 1839: "Constitución futura de Navarra o Bases redactadas según el espíritu de los antiguos Fueros, acomodado a las formas modernas"
  2. La Gamazada ocurrida en 1893, cuando el ministro de Hacienda Germán Gamazo intenta recortar la autonomía fiscal de Navarra que produjo un sentimiento de afinidad con las provincias vascas que también conservaban una cierta autonomía fiscal.
  3. La ola de reivindicaciones autonómicas y de reintegración foral en 1918 promovida por los ayuntamientos de las cuatro provincias, que fue contrarrestada por el sector dirigente, los ”cuarentaiunistas” (partidarios de la Ley Paccionada de 1841) en la asamblea del 30 de diciembre de 1918 en Pamplona.

Según el autor el análisis de la búsqueda de un estatuto conjunto de Navarra con el País Vasco no se puede reducir a un simple esquema de izquierda/derecha, ya que sus partidarios estaban incrustados en todas las formaciones políticas.

La asamblea de junio de 1932 supuso el descabalgamiento definitivo de la iniciativa estatutaria común para las cuatro provincias, en un proceso que se había iniciado un año antes.

Así, nada más proclamarse la Segunda República española, el 14 de abril de 1931, se inician las reclamaciones de un estatuto para el País Vasco y Navarra con una primera reunión tentativa en Estella el 20 de abril con posterior adhesión de distintos ayuntamientos siendo un movimiento espontáneo especialmente popular en los sectores del nacionalismo vasco, Segunda República Española y el carlismo. En un primer momento, únicamente desde ámbitos PSOE socialistas se plantearon suspicacias.

En este clima la Sociedad de Estudios Vascos redactó un proyecto de estatuto vasconavarro y se convocó una primera asamblea de ayuntamientos vasconavarros en Estella el 14 de junio para discutir un proyecto de estatuto vasconavarro elaborado por la SEV.

Sin embargo, en la asamblea de Estella no participaron los miembros de ninguna de las capitales de provincia del País Vasco, ni tampoco hubo representantes de Pamplona; de igual modo, no comparecieron tampoco representantes de la mayoría de las principales ciudades industriales del País Vasco (Rentería, Baracaldo, Mondragón, Éibar, Irún, etc.), ni de los grandes centros agrarios de la Ribera Navarra, todo ellos controlados por los partidos de izquierda. Gracias a esa ausencia, los alcaldes carlistas y del Partido Nacionalista Vasco que controlaban los pequeños municipios, pudieron hegemonizar la asamblea de Estella y enmendar el texto del proyecto de estatuto elaborado por la Sociedad de Estudios Vascos que fue aprobado introduciendo en él varias modificaciones como la previsión de prohibición del voto para los inmigrantes que no llevasen al menos 10 años de residencia efectiva en el territorio y, singularmente, estableciendo una reserva al futuro gobierno autonómico de las relaciones con la Santa Sede incluyendo la posibilidad de firmar un concordato propio con el Vaticano.

Tras la asamblea de Estella, los ayuntamientos navarros volvieron a reunirse en en Pamplona el 10 de agosto de 1931 siendo que 200 de los 220 ayuntamientos presentes (más de 40 ayuntamientos declinaron enviar representantes) aprobaron la realización de un “Estatuto Vasco-Navarro”, pero en la que la aprobación del texto con las enmiendas introducidas en Estella obtuvo un respaldo inferior y fue aprobado de manera más ajustada.

Acabado el verano, el texto de Estella fue presentado a las cortes españolas, pero la arrogación de la competencia en materia de relaciones exteriores con la Santa Sede y el destacado confesionalismo del proyecto de estatuto ocasionaría el rechazo en las Cortes republicanas por considerarlo abiertamente opuesto a la Constitución de la República Española de 1931 que se estaba elaborando en ese momento; haciendo que tuviera que volver a redactarse otro proyecto de estatuto.

Así las cosas, el 31 de enero de 1932 en una nueva asamblea de ayuntamientos navarros se volvió a reafirmar voluntad de un “Estatuto Vasco-Navarro” dándo el plácet a la iniciativa de elaboración de un nuevo proyecto, aunque con un apoyo inferior al registrado en la asamblea del 10 de agosto, dado que votaron a favor de la iniciativa de un estatuto vasconavarro 160 de los 229 municipios presentes en la asamblea (que correspondían al 64,46% de la población). Los llamados “cuarentaiunistas”, con el “Diario de Navarra” como portavoz, se van posicionando en contra del Estatuto de forma activa. En cualquier caso, en esa asamblea se aprobaría una resolución para que cualquier texto de estatuto requiriese el apoyo de dos tercios de los ayuntamientos navarros para ser aprobado.

En este contexto, y tras la redacción de un nuevo proyecto de estatuto vasconavarro suprimiendo en él los artículos inconstituconales sobre confesionalidad y relaciones con el Vaticano, se celebró una nueva asamblea de ayuntamientos vasconavarros en el Teatro Gayarre de Pamplona el 19 de junio de 1932. Sería en esta oportunidad donde los ayuntamientos navarros optarían, frente a los de las provincias vascas, por rechazar el proyecto de estatuto con un resultado de 123 ayuntamientos (que correspondían a 53,04 % de la población) rechazándolo y 109 (39,72%) apoyándolo, registrándose además 35 abstenciones (8,24%). El desarrollo de esta asamblea estuvo rodeado de un gran polémica y al poco de ser celebrada la entidad “Acción Autonomista” (que se había constituido en agosto y que estaba integrada por personas procedentes de partidos de varias sensibilidades ideológicas) presentó un estudio denunciando varios hechos concretos que a su juicio invalidaban la asamblea. Así mismo, el periódico "La Voz de Navarra”, portavoz del nacionalismo vasco, solicitó la revisión y nulidad de la votación de la asamblea del Teatro Gayarre a la Diputación, reclamando que los datos del escrutinio habían sido alterados y defendiendo que los datos reales habían sido de 122 (frente a 109 oficiales) ayuntamientos a favor, en contra 116 (123 oficiales) y 29 abstenciones (35 oficiales).

En Navarra jamás dijo no al estauto vasco Jimeno Jurío analiza en base a la documentación existente los cambios de voto producidos en los distintos representantes municipales navarros que, en algunos casos, pasan de positivo a negativo y en otros de positivo a abstención. Constatando que en algunas ocasiones el resultado del voto emitido por el representante municipal llevó a la dimisión del alcalde y defendiendo en definitiva que el resultado de la asamblea fue ilegítimo por tres razones:

  1. El valor en sí de la cita fue dudoso y moralmente inválido, debido al sistema empleado, a la desorientación sembrada y, sobre todo, a coacciones y cohechos.
  2. Basados en los datos reales de las votaciones, no puede afirmarse que Navarra dijera no al Estatuto vasco, sino más bien lo contrario.
  3. Cotejadas las actas municipales, puede afirmase con absoluta seguridad que la mayoría de ayuntamientos navarros eran partidarios del Estatuto único en junio de 1932.

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