Alejandra Pizarnik fue una poeta argentina. Nació el 29 de abril de 1936 en Avellaneda, provincia de Buenos Aires (Argentina) y se suicidó el 29 de septiembre de 1972, en Buenos Aires (Argentina).
Biografía[]
Alejandra Pizarnik era hija de Elías Pozharnok (la diferencia ortográfica en el apellido suele atribuirse a un error burocrático, común en la época, en la oficina de inmigraciones) y Reizlar Broznike, ambos rusos-judíos. Su padre tenía una joyería lo que le permitió mantener un buen nivel de vida para su familia. Alejandra (que descartó su primer nombre: Flora) creció en un ambiente familiar en el que sobrevoló la pena por las muertes de todos los familiares de su padre, a excepción de un hermano radicado de París, y de su madre durante el holocausto. Asmática, tartamuda, acomplejada por su cuerpo, creció compitiendo con su hermana Miriam a la que, según ella y tal como lo escribe más adelante, no sufre de asma ni tartamudea, y todos la consideran perfecta.
Al terminar los estudios secundarios, se anota en la Escuela de Periodismo y en Filosofía de la Universidad de Buenos Aires. Abandona ambas carreras, más interesada en hacer su propio camino en literatura. Convertida en una lectora voraz, es en esta época que comienza su adicción a las anfetaminas, síntoma de su inestabilidad emocional. Asiste a terapia psicoanalítica, publica sus primeros libros, pagados por su padre, se acerca de conocidos escritores y poetas. Con la poeta Olga Orozco llega a unirla un vínculo que trasciende lo literario.
Viaja a París, trabaja como traductora, y se mezcla con gente como Julio Cortázar, Roger Caillois, Simone de Beauvoir, e Italo Calvino. Detesta la política y las ideologías, aversión que es una consecuencia del exterminio de todos sus parientes a manos del nazismo y el estalinismo. Padece de continuas depresiones que se agravan con la muerte de su padre, en 1967.
De regreso a su país, antes de los treinta años, ya es una poeta reconocida en todos los círculos literarios, y no solo por sus libros también por su carácter y personalidad anticonvencional. Gana el Premio Municipal de Poesía, la beca Guggenheim y la Beca Fullbright. Pero su inestabilidad emocional, sus crisis, el consumo de drogas y los intentos de suicidio la llevan a ser internada en dos ocasiones en hospitales neuropsiquiátricos. Siendo una escritora prolífica dada su juventud, tan llena de talento y admiración como de angustia y dolor, se suicida en 1972, a los treinta y seis años, consumiendo cincuenta pastillas de Seconal.
Si figura se agiganta después de su muerte, se valora merecidamente su obra, y pasa a ser, con toda justicia, la mayor poeta de la literatura argentina.
Obra[]
Pizarnik es una maestra del lenguaje. Una voz única, profunda, dolorosa. Sus poemas, en los comienzos surrealistas, adquieren, con el tiempo, una personalidad propia, distinta a la de todos. Sus poemas son una muestra exquisita de la expresión poética. La nostalgia de lo perdido, el miedo, la muerte, el deseo de amor, las propias heridas, forman una totalidad expresada en palabras precisas y perfectas: En el eco de mis muertes / aún hay miedo / ¿Sabes tú del miedo?
El árbol de Diana (1962) y La condesa sangrienta (1971) son dos de sus libros de mayor importancia dentro de un poemario que, de principio a fin, tiene los mismos interrogantes, la misma potencia en el lenguaje y la misma y muy elevada calidad poética.
Libros publicados[]
- Un signo en tu sombra (1955)
- La última inocencia (1956)
- Las aventuras perdidas (1958)
- El árbol de Diana (1962)
- Los trabajos y las noches (1965)
- Extracción de la piedra de locura (1968)
- Nombres y figuras (1962)
- Poseído entre lilas (1969) (teatro)
- El infierno musical (1971)
- La condesa sangrienta (1971)
- Los pequeños cantos (1971)
Libros póstumos[]
- El deseo de la palabra (1975)
- Zona prohibida (1982)
- Textos de sombras y últimos poemas (1982)
- Entrevistas (1988)
- Correspondencia (1998)
- Obras completas (2000)
- Poesía completa (2000)
- Poesía completa (2002)
- Diarios (2003)
